Lectura del santo evangelio según san Marcos (4,21-25):
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará y al que no tiene se le quitará con creces hasta lo que tiene.»
Reflexión sobre la Luz y la Escucha:
El pasaje del evangelio según San Marcos nos presenta una metáfora rica en significado y aplicabilidad en nuestra vida cotidiana. La imagen de la lámpara no colocada bajo el cebedero o la cama, sino sobre el candelero, nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestra fe y cómo la manifestamos en nuestras acciones diarias.
En nuestra comunidad, cada uno de nosotros es portador de una luz única, una luz que proviene de nuestras creencias, valores y experiencias. Esta luz no está destinada a permanecer oculta; al contrario, está llamada a brillar y a ser compartida con los demás. En el trabajo diario de nuestra parroquia, esta enseñanza nos impulsa a ser transparentes en nuestras acciones, a buscar siempre la verdad y a actuar con integridad.
La Medida que Utilizamos:
El evangelio también nos habla sobre la medida que utilizamos y cómo será la medida que recibiremos. Esta idea resuena profundamente en el contexto de nuestro servicio y participación en movimientos apostólicos. Cada acto de bondad, cada palabra de consuelo, cada gesto de amor y cada momento de escucha atenta, son maneras de medir generosamente. Al dar lo mejor de nosotros mismos, no solo enriquecemos la vida de quienes nos rodean, sino que también cultivamos un entorno de generosidad y compasión en nuestra comunidad.
Escuchar para Entender:
La importancia de la escucha activa y atenta es otro aspecto crucial que se desprende de este pasaje. En nuestra vida diaria, estamos constantemente rodeados de ruido y distracciones que pueden impedirnos escuchar verdaderamente a los demás. En nuestra labor, es esencial crear espacios de escucha, donde cada persona se sienta escuchada y valorada. Esto no solo fortalece los lazos comunitarios, sino que también nos permite crecer en empatía y comprensión.
La Luz en la Vida Cotidiana:
La metáfora de la luz también se extiende a cómo vivimos nuestra fe en lo cotidiano. En nuestras interacciones diarias, en el trabajo, en la familia y en la comunidad, tenemos innumerables oportunidades para ser esa luz en la vida de los demás. Pequeñas acciones como una sonrisa, un acto de bondad o una palabra de aliento pueden ser faros de esperanza y amor en un mundo que a menudo parece oscuro y desafiante.
Conclusión: Ser Faros de Esperanza:
En conclusión, este pasaje del evangelio nos llama a ser conscientes de la luz que llevamos dentro y a compartirla generosamente con los demás. Nos invita a medir con generosidad, a escuchar con atención y a ser faros de esperanza y amor en nuestro entorno. Al vivir estas enseñanzas en nuestra vida diaria y en nuestro trabajo en la parroquia y los movimientos apostólicos, no solo enriquecemos nuestras propias vidas, sino que también contribuimos a construir una comunidad más amorosa, compasiva y justa.