Tras las Huellas del Bautismo: Una Vida de Fe y Servicio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,7-11):

En aquel tiempo, proclamaba Juan: «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Por entonces llegó Jesús desde Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma.
Se oyó una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto.»

El Mensaje del Precursor:

En la vida parroquial y en los movimientos apostólicos, a menudo nos encontramos en la posición de Juan el Bautista, preparando el camino para algo o alguien más grande que nosotros. La humildad de Juan, quien reconoce su papel secundario frente a Jesús, es un recordatorio vital para nosotros. En nuestras tareas diarias, ¿nos mantenemos humildes, reconociendo que somos parte de un plan divino más amplio? La verdadera humildad radica en saber que, aunque nuestras acciones son importantes, somos instrumentos de una obra mayor.

El Bautismo de Jesús:

El bautismo de Jesús en el Jordán es un momento de revelación. Al igual que Jesús, cada uno de nosotros, a través de nuestro bautismo y confirmación, es llamado a una vida de servicio. En nuestras parroquias y grupos apostólicos, este llamado se manifiesta en nuestro compromiso con los demás, en la enseñanza, en la oración y en el servicio comunitario. Al igual que el cielo se abrió para Jesús, debemos abrir nuestros corazones para recibir y compartir el amor y la guía del Espíritu Santo.

La Voz del Cielo:

La afirmación de Dios “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto” es también un recordatorio para nosotros. En nuestra vida diaria, ¿reconocemos y afirmamos el valor de cada persona? En la parroquia, esto significa ver a cada feligrés no solo como un miembro más, sino como un hijo amado de Dios. En los movimientos apostólicos, significa trabajar para que cada persona se sienta acogida, valorada y parte integral de la comunidad.

El Espíritu Santo en Acción:

Juan habla de un bautismo con el Espíritu Santo. En nuestras vidas, esto se traduce en estar abiertos a la acción del Espíritu en nosotros. ¿Estamos atentos a los susurros del Espíritu en nuestras decisiones diarias, en nuestro trabajo en la parroquia, en nuestras interacciones con los demás? El Espíritu Santo nos impulsa a la acción, nos conforta en los momentos de duda y nos guía en nuestro camino espiritual.

Vivir el Evangelio Hoy:

Finalmente, este pasaje del Evangelio nos llama a vivir nuestra fe de manera activa y consciente. No basta con asistir a la iglesia; estamos llamados a ser como Juan, preparando el camino para los demás, y como Jesús, respondiendo al llamado de Dios con humildad y amor. En nuestra parroquia y en los movimientos apostólicos, esto significa ser ejemplos vivos del amor de Dios, buscando siempre maneras de servir mejor a nuestra comunidad y al mundo.

Esta reflexión nos invita a mirar nuestras vidas y nuestro trabajo en la iglesia bajo una nueva luz, buscando siempre la guía del Espíritu Santo y recordando nuestro lugar en el gran plan de Dios.